¿Cuánto campo se ve en la comida?

¿Cuánto campo se ve en la comida?

Una persona ingiere alimentos entre al menos dos a cuatro veces por día. Puede desayunar copos de maíz con leche, tostadas con manteca y mermelada o con miel. Tal vez almuerce una ensalada de choclo, repollo y tomate con aceite de soja o quizá una carne al horno con pimientos y calabacines. En la merienda, puede consumir una rica y fresca sandía durante el verano o simplemente tomar mate o un té. Y, ya al final del día, puede cenar una tarta de coliflor o pollo a la cacerola. Sin importar el producto, todo lo que consumimos día a día proviene del campo.

Los alimentos que adquirimos en una feria, en un almacén o en el supermercado, tienen un largo recorrido y mucho trabajo agregado desde el campo hasta que llegan a nuestra mesa.

La naturaleza globalizada de la producción de alimentos genera un distanciamiento no solamente físico, sino también psicológico entre el consumidor y el productor, entre lo que comemos y el lugar de dónde procede. Dado que gran parte de la comida llega empaquetada a los estantes de los comercios sin conocer sus orígenes naturales, este distanciamiento se da especialmente en poblaciones urbanas y con las generaciones más jóvenes.

Preparación de la tierra, siembra, cuidado, control de plagas, cosecha, rotación de cultivos, ordeñe… ¿Tenemos en cuenta todo esto cuando ingerimos jugos, verduras y carnes congeladas/preparadas, mermeladas, galletitas, leche, yogures y un largo etcétera?

Bajo distintos formatos, frescos o procesados, producidos en distintas regiones de nuestro país y del mundo, tenemos acceso diariamente y en cualquier época del año a frutas, verduras, cereales, leche, carne de diversos tipos, legumbres... Todos estos alimentos, además de proporcionarnos proteínas, grasas, carbohidratos  y ser reguladores  deben llegar para nuestro consumo en forma segura para que podamos tener una dieta sana y saludable.

En el mundo se buscan constantemente prácticas más innovadoras, creativas y sostenibles para solucionar el dilema de abastecer la mayor demanda de alimentos y atender nuevas necesidades sociales.

Para llegar a nuestras mesas y mantenernos nutridos, los alimentos deben pasar por un amplio proceso en el que interviene el trabajo de cientos de personas, incluso el tuyo al comprarlos.

El sistema de abastecimiento y distribución de alimentos, está compuesto por seis etapas: origen, transformación, almacenamiento/conservación, transporte/distribución, venta y consumo.

En la producción de alimentos (origen) es donde cobra mayor importancia el trabajo del productor y los métodos que emplea, pero por ello no deja de ser relevante en todo el resto del sistema los métodos y materiales utilizados.

Todos somos responsables de la biodiversidad en sus dos dimensiones, la biológica y la cultural

Nuestra responsabilidad como consumidores también tiene que acentuarse para que el conjunto de la diversidad de especies no se vea severa y negativamente afectada por la actividad humana sobre los ecosistemas.

El cambio en la diversidad biológica está repercutiendo directa e indirectamente sobre el bienestar humano. Gran parte de las iniciativas de conservación de la biodiversidad se han basado, en el pasado, en los valores intrínsecos o en los valores éticos. Sin embargo, hoy en día juega un rol más preponderante la contribución de la biodiversidad a la calidad de vida y al bienestar de las sociedades humanas.

¿Por qué es preocupante la pérdida de la biodiversidad?

Más allá del suministro de materias primas, la diversidad biológica proporciona muchos beneficios fundamentales para el hombre. La pérdida de biodiversidad  tiene efectos negativos sobre varios aspectos del bienestar humano, como la seguridad alimentaria, la vulnerabilidad ante desastres naturales, la seguridad energética, el acceso al agua segura y a las materias primas. También afecta a la salud del hombre, las relaciones sociales y la libertad de elección.

Por otra parte, cuando el hombre altera un ecosistema para mejorar uno de los servicios que proporciona (ej.: habitacional, tránsito, etc.) su acción puede repercutir en otros servicios del medio ambiente (ej.: drenaje de aguas, destrucción de ecosistema natural, etc.).  Varias sociedades se benefician con la transformación de los ecosistemas naturales y con el aumento del comercio internacional que trae aparejado. Otras sufren las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y de un acceso limitado a los recursos de los que dependen. Esta alteración en los ecosistemas perjudica a todos, pero mayormente a las poblaciones más pobres del mundo, que son las menos capaces de adaptarse a dichos cambios.

Cambio de paradigmas de consumidores y productores

Según el INTA (INTA informa N 18), desde principios del siglo XXI el consumo de alimentos comenzó a mostrar un cambio hacia la toma de conciencia. Consumo responsable, moda ética, ecología, agroecología, orgánico, bienestar animal, impacto ambiental, alimentos funcionales, etc., han sido términos cada vez más presentes en la enunciación de diferentes demandas.

La evolución en las preferencias de los consumidores genera nuevos desafíos y oportunidades para la industria alimentaria que cada vez más debe gestionar los recursos naturales con compromiso social, respetar a los animales y garantizar la seguridad y calidad de los productos para que estas producciones sean sostenibles. Sintetizando: productos socialmente responsables, ambientalmente racionales y económicamente viables que priorizan el planeta, las personas, los animales y el progreso.

¿Qué podemos hacer cómo consumidores?

Cada uno de nosotros todos los días podemos contribuir para mejorar nuestros hábitos de consumo para ser más responsables y sustentables con el medio ambiente.

Ser consumidores responsables es una práctica y un estilo de vida donde no sólo se tiene en cuenta a los alimentos por el valor nutricional en sí mismo, sino que además a la hora de la elección se consideran factores tales como el bienestar animal, la producción sustentable, las huellas ambientales y la responsabilidad social de las empresas que participan en su producción.

Elegir alimentos lo menos procesados posible, que incluyan poca cantidad de aditivos y sean lo más directos en la procedencia desde el productor son algunas de las prioridades que además del gusto, la seguridad, el precio, el contenido nutricional y la apariencia debemos tener en cuenta en nuestra compra de alimentos.

Fuentes:

https://www.cronista.com/columnistas/Del-campo-a-tu-mesa-un-intento-por-cerrar-brechas-20190804-0010.html

https://intainforma.inta.gob.ar/alimentos-el-consumo-responsable-cambia-paradigmas/

https://www.tierra.org/wp-content/uploads/2016/01/alternativas_alimentacion_local_web.pdf

http://www.fao.org/3/i5640es/I5640ES.pdf

https://www.casafe.org/del-campo-a-la-mesa/

https://www.argentina.gob.ar/ambiente/biodiversidad/estrategia-nacional