En el marco de Expo Syngenta Cereales, realizada en la Estación Experimental de Camet, se presentó el proyecto “Paisajes multifuncionales” una de las propuestas sobre biodiversidad incluidas dentro de la estrategia global de la compañía conocida como “The Good Growth Plan».
Este programa se desarrolla en Argentina gracias a un convenio celebrado entre Syngenta, investigadores del CONICET y Facultad de Agronomía de la UBA trabajan en el desarrollo de la vegetación silvestre en los paisajes agrícolas como reservorio de biodiversidad. stand-biodiversidad
En un paisaje agrícola, lo que predomina son los cultivos que interceptan radiación y la convierten en biomasa. A la vez, este paisaje tiene un valor escénico, estético, ecológico y de recreación, por lo que se lo define como “paisaje multifuncional”. Tras años de agricultura intensiva, los paisajes agrícolas a menudo carecen de la diversidad y abundancia de flores que necesitan los polinizadores, por lo que se propone destinar zonas o franjas en los bordes de los lotes, alambrados, caminos rurales y otras áreas no cultivadas para el desarrollo de flores en forma espontánea que favorezcan la presencia de estos insectos, con un mínimo manejo agronómico. Este proyecto nació en Suiza, en la Unión Europea, y se extendió a los Estados Unidos, donde se subsidia a los agricultores para que adopten estas franjas. El objetivo en Argentina es usar un protocolo de fácil implementación que no genere resistencias al momento de adoptarse ni complicaciones en las prácticas tradicionales de cultivos.img_4702
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El Dr. Santiago Poggio, investigador del CONICET y a cargo de la propuesta dentro de la muestra de Camet, explicó: “aquí empezamos este año con el primer paso para incrementar la biodiversidad. Elegimos tres sitios en márgenes que no se usan para cultivo, donde se dejó de aplicar herbicidas y de hacer el manejo habitual, permitiendo que se instale la flora espontánea. El objetivo es conocer la composición de especies que están presentes y cuáles son las más abundantes. Esto ya lo hicimos en la campaña 2014/15 en la Estación Experimental de Santa Isabel con resultados significativos, ya que la flora se restauró y empezó a haber presencia de mayor cantidad de dicotiledóneas con flores. Aquí pudimos censar insectos, muchos de los cuáles cumplen función de polinizadores. El segundo paso a seguir, como ya hicimos en la Experimental de Santa Isabel, es probar fórmulas de siembras de mezclas de determinadas semillas”.
Lo que se pudo determinar en una evaluación preliminar es que las especies más importantes en estas franjas se corresponden a la familia del girasol compuestas o asteráceas como por ejemplo la manzanilla y la cerraja “Matricaria chamomilla y Sonchus olerácea”. Estas plantas son reconocidas como plantas que proveen flores visitadas por insectos polinizadores. Las investigaciones probaron que el girasol y otras asteráceas comparten una parte importante de abejas silvestres o nativas, que son los principales polinizadores, además de Apis melífera cuando hay colmenas en las cercanías. La vegetación silvestre también atrae otros polinizadores como los dípteros, de la misma familia de las moscas, e incluye muchas otras especies vegetales, como cenéceo y cardos.
La importancia de preservar zonas libres de aplicaciones:
Un alambrado, el lote agrícola, un camino con sus márgenes, una vía férrea o cualquier otro espacio, son considerados “elementos del paisaje”, que en su conjunto constituyen estos paisajes agrícolas o “paisajes multifuncionales”. Al momento de cambiar las prácticas usuales de “fumigar” los alambrados y otras áreas no cultivadas, se está introduciendo un nuevo elemento del paisaje.img_4678
Según explicó Santiago Poggio: “el principal logro de estas investigaciones es haber demostrado que la mayor parte de la biodiversidad que queremos conservar está en los márgenes de los cultivos, asociada a los alambrados y a los bordes de los caminos”.
Dentro de esa biodiversidad -que es todo el conjunto de especies- hay funciones como la polinización y la regulación de los insectos plaga, que se cumple en estos bordes o hábitas, que aportan sitios para que los insectos aniden, pongan huevos y se reproduzcan, además de ser fuentes de alimento alternativo para estas especies. “Si pensamos en la polinización del girasol, que dura de 15 a 30 días, vemos que no es suficiente para preservar a los polinizadores, ya que en toda una estación de crecimiento que tiene de seis a ocho meses puede haber cuatro cinco generaciones del insecto. Los polinizadores encuentran alimento en esos márgenes que no son utilizados por la agricultura. Esos sitios funcionan como un reservorio o un refugio para los insectos que proveen el servicio de polinización al cultivo aledaño, por lo que es muy importante su manejo”.