Un estudio reveló que en CABA, un predio de apenas 160 m2 vegetado con 295 especies nativas alberga más de 42 especies de aves y 100 de Lepidópteros. En esta ciudad con baja proporción de áreas verdes y silvestres, ¿cuán importante es usar plantas autóctonas en parques públicos y privados?
La urbanización es una de las modificaciones más bruscas en el uso de la tierra. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde originalmente había pastizales naturales, talares y bosques ribereños, hoy hay cemento y asfalto. Esto afecta la diversidad de aves, plantas e insectos. Por ello, la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) estudió el caso del Jardín Educativo de Plantas Nativas y Refugio de Biodiversidad ‘Solnaturi’, que 20 años después de haber sido vegetado con 295 especies nativas atrae la visita de 42 especies de aves y 100 de Lepidópteros. El estudio destaca la importancia de usar plantas autóctonas en espacios verdes públicos y en jardines privados, lo que permitiría sostener en parte la biodiversidad del ecosistema original que la ciudad reemplazó y que está poco representado en el actual Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
“Este espacio semi-silvestre nació al ver que la ciudad crecía sin una planificación adecuada y con baja proporción de áreas silvestres. Hoy, sus 160 m2 contienen 295 especies vegetales nativas”, dijo Claudia Furman, egresada de la Especialización en Gestión Ambiental en Sistemas Agroalimentarios de la Escuela para Graduados de la FAUBA. “En este estudio de caso analizamos cómo una pequeña superficie que posee mayormente plantas nativas puede funcionar como refugio de biodiversidad y como corredor biológico entre diversos espacios semi-silvestres en la ciudad”.
Como parte de la explicación que le dio al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra, Furman aclaró la diferencia entre espacios verdes y semi-silvestres. “Mientras los primeros soportan escasa biodiversidad y experimentan gran intervención humana, los segundos son mínimamente intervenidos y pueden albergar una diversidad más elevada”. En este sentido, añadió: “Si bien la superficie verde pública en la CABA realiza un aporte limitado a la biodiversidad original, por fortuna —y poco a poco— se están incorporando especies vegetales nativas en las plazas y parques”.
Solnaturi es un espacio semi-silvestre planificado por Claudia Furman, que, además, le sirvió de base para su trabajo final de especialización. En las conclusiones de su estudio, ella afirma que, ante la imposibilidad de crear nuevas áreas protegidas en Capital Federal, los espacios privados representan una oportunidad excelente para incorporar plantas autóctonas. Eso transformaría a los jardines en eslabones de una cadena capaz de conectar áreas verdes disconexas en la ciudad.
Aves y Lepidópteros
En su emprendimiento, Furman registró 42 especies de aves, de las cuales 40 fueron autóctonas. De éstas, 16 fueron habitantes permanentes; 2, visitantes de otoño/invierno; 7, visitantes de primavera/verano;13, visitantes ocasionales y 4 fueron accidentales.
“Entre ellas encontramos al Fiofío pico corto (Elaenia parvirostris), al Cortarramas (Phytotoma rutila), a la Mosqueta estriada (Myiophobus fasciatus), al Corbatita común (Sphorophila caerulescens), al Macá grande (Podiceps major) y al Tachurí Sietecolores (Tachuris rubrigastra). Muchas de estas especies son difíciles de hallar en la ciudad”, explicó Claudia.
En cuanto a los invertebrados, el trabajo sistematizó la visita de los Lepidópteros, es decir, de mariposas y polillas. La especialista comentó que hasta el momento se registraron 100 especies pertenecientes a 17 familias. “Al igual que las aves, los Lepidópteros guardan una relación muy estrecha con la flora. Por eso pensamos que, dada su gran sensibilidad a los cambios en el ambiente, haber detectado esta cantidad de especies fue una señal muy buena”.
Servicios ecosistémicos
Furman afirmó que espacios como Solnaturi contribuyen al bienestar de parte de la sociedad al brindar una variedad muy amplia de funciones. “El Jardín Educativo representa un refugio de biodiversidad, ya que es el hábitat estable de un número elevado de especies. Incluso, todos los años le sirve como sitio de parada a las aves migratorias”.
Asimismo, las áreas con cobertura vegetal ayudan a que el agua infiltre mejor en el suelo, lo cual ayuda a mitigar las inundaciones en la ciudad. “El asfalto y el cemento son impermeables, y esto aumenta la escorrentía. En los eventos de precipitaciones muy intensas, el agua rebasa los desagües, corre por la superficie y da lugar a inundaciones”.
Otro servicio que destaca la especialista es la moderación de las altas temperaturas ambientales. “Llegamos a medir una diferencia de 5 °C entre nuestro predio y la calle. La cubierta vegetal densa disminuye de manera muy notable las temperaturas elevadas. Gracias a este efecto pudimos reducir la cantidad de energía que destinábamos a refrigeración”.
Ecorregión poco protegida
Las plantas nativas que Claudia Furman incorporó a su emprendimiento pertenecen a la ecorregión Pampeana. Con preocupación, ella señaló: “Al estudiar esta ecorregión pudimos ver que sólo 0,05% de su superficie está incluido dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país. Es una de las áreas más transformadas del país, tanto por la agricultura como por las grandes urbanizaciones”.
Por último, la investigadora destacó las tareas de conservación que se llevan a cabo en su espacio semi-silvestre urbano. “Entre las especies vegetales presentes en Solnaturi hay algunas con cierto nivel de vulnerabilidad. Por ejemplo, se puede mencionar el Lirio azul (Cypella coelestis) y el Ombusillo (Phytolacca tetramera). Creo que este trabajo representa un buen aporte para pensar la biodiversidad urbana desde otro lugar”.
Artículo escrito por: Sebastián M. Tamashiro – FAUBA
FUENTE: Pablo Roset Prensa y Divulgación de CyT Facultad de Agronomía (UBA)